Hoy en la clase hemos tenido la presentación de los bocetos del hall, se trataba de reunirnos con el grupo y que cada uno fuera presentando sus ideas. La presentación no era ni será, un examen ni un concurso de belleza. Sólo tiene una función: Convencer a los demás de tu punto de vista, no se trataba de discutir ni establecer que es lo mejor, sencillamente dar una opinión de una determinada situación con respecto a un tema.
A los alumnos, en general, les falta tener el objetivo claro de lo que se quiere conseguir con el trabajo que se expone, las ideas no fueron expuestas de forma clara y concisa, a veces no se entendía lo que querían. Creo que las presentaciones tienen que centrarse dos puntos básicos:
1. Tener muy claros cuáles son tus objetivos (el “quedar bien” no es un objetivo, pero el convencer a los demás de que lo dices es bueno y conveniente, por supuesto que sí lo es).
2. Exponer tus ideas de forma concisa y fácilmente comprensible por las personas que te escuchan (hay personas que creen que son muy buenas haciendo presentaciones, pero sólo “presumen” y no convencen a nadie).
Con todo esto podemos resumir que tenemos que pensar antes de exponer lo que vamos a decir, las ideas deberán dar respuesta a estas preguntas: ¿Qué?, ¿Quiénes? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo? Y ¿Por qué? Es importante que lo hagas así porque de esta forma podrás responder a cualquier pregunta o duda que te planteen. Debemos estimular el interés desde el primer momento. El interés de las personas se estimula cuando lo que dices puede aportarles un beneficio o evitarles un problema. No te harán mucho caso si lo que dices no va por ahí. En este apartado nuestros alumnos no sabían quizás que y para que hacíamos esta presentación. Cuando se empieza la exposición debemos de decir que vamos a hablar, cuál es el resumen de lo que vas a decir y cuánto tiempo te llevará hacerlo. Eso hará que la gente se prepare para mantener viva su atención durante el tiempo que has señalado. Cuando no se hace así, la gente se distrae pensando en otras cosas.
Casi más importante que la propia idea o diseño es saber proponerla correctamente al cliente. Muchas veces no es considerado mejor el que más sabe o trabaja con más calidad, sino el que sabe "venderse" mejor. No sólo venden los comerciales sino que, cualquiera de nosotros en casi todo momento, estamos vendiendo ideas, filosofías, conocimientos, servicios...
A los alumnos, en general, les falta tener el objetivo claro de lo que se quiere conseguir con el trabajo que se expone, las ideas no fueron expuestas de forma clara y concisa, a veces no se entendía lo que querían. Creo que las presentaciones tienen que centrarse dos puntos básicos:
1. Tener muy claros cuáles son tus objetivos (el “quedar bien” no es un objetivo, pero el convencer a los demás de que lo dices es bueno y conveniente, por supuesto que sí lo es).
2. Exponer tus ideas de forma concisa y fácilmente comprensible por las personas que te escuchan (hay personas que creen que son muy buenas haciendo presentaciones, pero sólo “presumen” y no convencen a nadie).
Con todo esto podemos resumir que tenemos que pensar antes de exponer lo que vamos a decir, las ideas deberán dar respuesta a estas preguntas: ¿Qué?, ¿Quiénes? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo? Y ¿Por qué? Es importante que lo hagas así porque de esta forma podrás responder a cualquier pregunta o duda que te planteen. Debemos estimular el interés desde el primer momento. El interés de las personas se estimula cuando lo que dices puede aportarles un beneficio o evitarles un problema. No te harán mucho caso si lo que dices no va por ahí. En este apartado nuestros alumnos no sabían quizás que y para que hacíamos esta presentación. Cuando se empieza la exposición debemos de decir que vamos a hablar, cuál es el resumen de lo que vas a decir y cuánto tiempo te llevará hacerlo. Eso hará que la gente se prepare para mantener viva su atención durante el tiempo que has señalado. Cuando no se hace así, la gente se distrae pensando en otras cosas.
Casi más importante que la propia idea o diseño es saber proponerla correctamente al cliente. Muchas veces no es considerado mejor el que más sabe o trabaja con más calidad, sino el que sabe "venderse" mejor. No sólo venden los comerciales sino que, cualquiera de nosotros en casi todo momento, estamos vendiendo ideas, filosofías, conocimientos, servicios...
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